Para este evento, me dejé llevar por la fuerza visual de El Rey León, un universo salvaje, cálido y lleno de vida. Busqué reflejar la naturaleza con tonos profundos y orgánicos, mobiliario de madera natural, y detalles que evocan la selva sin caer en lo obvio.

Inspirados en el mundo de Winnie the Pooh, donde la ternura y la aventura se encontraron. Los personajes cobraron vida para envolver a los invitados en un ambiente mágico. Cada infancia merece comenzar con un recuerdo que parezca sacado de un cuento.

Un rincón donde la magia florece, las hadas madrinas susurran secretos al oído y cada flor guardaban un deseo. Inspirado en su jardín soñado, se llenó de alas brillantes, y varitas mágicas. La fantasía cobrara vida, entre risas, colores suaves y mucha ilusión.